Muchas personas que vienen a la consulta de coaching quieren hacer cambios en su vida o sueñan con hacer algo que nunca antes han hecho. Cuando les pregunto por qué no han llevado a cabo los cambios que quieren o por qué nunca hicieron eso que tanto sueñan, las explicaciones son casi siempre por miedos.
Vienen de tres fuentes:
- 1- Experiencias propias en las que pasaron eventos que no fueron placenteros.
- 2- Miedos aprendidos de nuestro entorno familiar y social.
- 3- Miedos ancestrales que hemos heredado de nuestros antepasados a través del ADN.
Uno de los principales trabajos de la mente es mantenernos vivos. La mente guarda cuidadosamente los datos de lo que nos causó dolor físico o emocional en el pasado y utiliza esta información para protegernos en eventos futuros. Cuando estamos creciendo, la mente va registrando cuidadosamente las reacciones y enseñanzas de las personas que están a nuestro alrededor, acerca de lo que es peligroso y cómo protegerse. Ese banco de datos es el que utilizamos para contrastar lo que pasa en el exterior y determinar si es un peligro para nuestra supervivencia.
¿Por qué la mente nos inhibe de hacer cambios en nuestras vidas o intentar cosas nuevas?
Porque quedarse en una zona segura y conocida es la manera como la mente contribuye a nuestra supervivencia. Toda idea de cambio o de experimentar algo que no se hizo antes, va contra ese mandato de la mente y ella va a hacer todo lo posible para desanimarte a intentar de salir de esa zona de seguridad.
¿Cómo lo hace?
Elucubrando sobre todo lo que puede salir mal si tú te atreves a salir de tu zona de seguridad. La mente no es objetiva al analizar el cambio que vas a hacer o el riesgo que vas a tomar. Va a reforzar lo negativo.
Una vez que sabemos que la mente no es un observador objetivo con respecto al cambio o al riesgo de algo nuevo, entonces te debes preguntar si le debes hacer mucho caso a la hora de decidir un cambio o de hacer algo nuevo.
Entonces, si no puedo confiar en la mente para tomar este tipo de decisiones, ¿qué uso? El proceso para tomar una decisión de cambio o riesgo que yo recomiendo es el siguiente: utilizar la mente para organizar los posibles efectos de esa decisión en tu vida, los datos adicionales que necesitas para tener una imagen completa de tu decisión, los pros y cons, posibles riesgos etc. Una vez que tienes datos concretos y posibles escenarios de resultados que te dan un panorama completo, cierras la mente y das paso a tu intuición.
Imaginas el escenario futuro de tu vida si tomas esa decisión o no la tomas y observas lo que SIENTES. El escenario futuro que te traiga una sensación de entusiasmo y alegría, es el que debes escoger. En general, una de las decisiones produce ese efecto y la otra no. Si ambas se sienten bien, entonces ve un poco más allá en el futuro. Si ambas se sienten mal, quédate donde estás y evalúa más tarde en tu vida.

Todo esto te debe sonar muy extraño porque nuestra cultura nos enseña que las decisiones se deben tomar con la cabeza y no con el corazón. Pero me imagino que no sabían muy bien cómo funciona la mente, que es una herramienta extraordinaria, pero hay que saber para qué sirve.